En el torrente informativo que causa hoy en día el uso de los derechos de la propiedad intelectual, se nos pierden por el camino muchas cosas.
Los derechos de la propiedad intelectual existen en teoría para proteger a un autor y al valor de su creación. El valor económico, deberíamos decir.
Porque una creación, una obra de cualquier género, tiene valor por sí misma. Las expresiones artísticas tienen valor cuando son conocidas por los demás y con el tiempo pasan a formar parte de la cultura de ese lugar, de la cultura de esas personas.
Y si le ponemos un precio, esa cultura ya no puede llegar a la misma cantidad de gente. Al menos, no puede llegar legalmente o en condiciones óptimas. Por lo tanto (y siempre según la teoría de este loco) al no llegar a tanta gente como llegaría de ser gratis, esa cultura se devalúa. Pierde repercusión potencial, mucha menos gente tendrá acceso a ella y por lo tanto será más difícil su valoración por parte de una sociedad en su conjunto. Al tener un coste económico elevado, pierde valor social.
Todo esto, claro está, a no ser que el artista pueda financiarse por sí mismo o le subvencione el Gobierno correspondiente, cosa que sucede en contadas ocasiones y muchas veces hacia artistas que tal vez no lo merecen tanto como otros.
En defensa de la propiedad de los derechos del autor también puede argumentarse que legítimamente le debe corresponder una contraprestación por su producto. Ahí está el problema. La palabra «producto» mete de lleno a la cultura en el capitalismo. El arte y la cultura ya no son derechos (si es que alguna vez lo fueron), son bienes. Bienes por los que hay que pagar.
Efectivamente, es lógico que una persona tenga un derecho sobre su obra, y ese derecho debería ser sufragado por el conjunto de la población (que es quien se beneficiará de esa cultura), pero no con el actual sistema, y menos aún con la actual crisis. Es legítimo que alguien obtenga un beneficio cuando crea, pero la cultura se desvirtúa cuando la máxima motivación para crear es lucrarse.
Con este panorama y la aparición de Internet todo ha cambiado. El intercambio de archivos entre usuarios está causando una gran agitación social y, aunque ya se está empezando a condenar a gente por las copias ilícitas de propiedad intelectual, es una ola que no van a poder frenar. El futuro ha elegido este tipo de plataforma para la difusión de la cultura y ya no hay vuelta atrás.
Todos los que quieren sacar un provecho excesivo de la difusión de la cultura deberían empezar a preocuparse más de variar el modelo para no perder definitivamente su cuota de mercado, y menos de usar la Ley como perro de presa. Deberían intentar usar el «inconveniente» de Internet para transformarlo en una oportunidad, legal y a un precio asequible. Los intermediarios desaparecen con Internet y van a a tener que cambiar el chip. Si no, la sociedad lo cambiará por ellos.
Gracias a Internet, además, están surgiendo numerosos artistas cada día. Artistas que se mantienen por medio de publicidad o los donativos de quienes quieran colaborar con su causa. O incluso quien lo hace gratis. Qué digo gratis, hay quien ofrece su arte aun costándole dinero. Eso es lo que se ha perdido. Crear por placer.
Creo que es por eso por lo que decidí hacerme un blog en la Red. Puedes leer cosas realmente interesantes que te cultiven, te hagan pensar y te aporten mucho como persona, y la máxima constraprestación que puedes hacer es un comentario, y sólo si te apetece ¿eh?.
Realmente hay mucha cultura en Internet y gratis. Cultura que puedes obtener sólo pagando una conexión a Internet, aunque por desgracia eso sea en muchos sitios un lujo excesivo. Creo que pese a todo, ese precio a pagar sería justo, y es una idea a la que valdría la pena darle una vueltecita, porque del negocio de la banda ancha nace parte de toda esta controversia generada únicamente por intereses económicos.
Con el nacimiento de Internet muchísima gente que creaba por el simple gozo de sentirse más realizado como persona, está viendo como su obra puede ser difundida por los cinco continentes y a coste cero, con el impulso que esto genera hacia la cultura general y hacia su propio legado artístico en particular. Qué bonito es ver como a mucha gente realmente sí le gusta crear por placer, y sobre todo, qué bonito es que podamos disfrutarlo gratis y casi desde cualquier lugar.
Gracias a todos, artistas.
Os dejo aquí una canción del rapero Chojín que salió en el año 2004 como parte de una maqueta gratuita que se difundió en su web. La letra de esta canción es la que me ha inspirado para reflexionar acerca de los orígenes de la motivación para crear.
Aunque no te guste el rap, intenta quedarte con lo que dice, vale la pena.