En el maravilloso camino de la vida, nos topamos con multitud de situaciones que pasan a ser parte de nuestra memoria, de nuestra conciencia y de nuestra personalidad. Nos influye el país en el que nacemos, la familia en la que crecemos o los amigos con los que nos juntamos. Pero no hay que olvidarse del papel que juegan aquellos a quienes no gustamos.
A veces todas estas cosas influyen de forma distinta a la que nosotros podemos pensar. Podemos creer, por ejemplo, que la influencia de nuestros allegados es beneficiosa, pues su apoyo, su cariño y su complicidad nos sacan de muchos apuros. Pero también puede ser que no sea así. La influencia de nuestros amigos, nuestra familia o quien más nos quiere, nos puede llevar por el camino contrario, aunque sea con la mejor de las intenciones. Pueden darnos la razón cuando no la tenemos, ponerse siempre de nuestra parte y no quitarnos la venda de los ojos, sino apretárnosla un poco más. De esta forma puede suceder que nos deseen el bien pero nos causen el mal.
En el lado opuesto se encuentran nuestros enemigos, los que podríamos pensar que es mejor tener lejos. Son personas con las que (con más o menos motivos) no tenemos afinidad y no nos desean precisamente la mejor de las suertes. Incluso si la fricción es mucha, puede ser que hasta pongan de su parte para que nuestra vida sea mucho menos agradable. Algunos hasta están hábilmente disfrazados de amigos, compañeros o familiares. Nos pueden criticar, calumniar o cosas peores hagamos lo que hagamos, pero lo que ellos a veces no saben es que de tanto atacarnos, nos podemos poner en guardia y mejorar. Visto de este modo, las personas a las que no gustamos pueden desearnos el mal pero causarnos el bien.
Desde este punto de vista tanto los amigos como los enemigos serían importantes en nuestra vida. Hay que tener en cuenta el consejo de nuestros amigos pero sobre todo hay que tener en cuenta a quien no le caemos bien, porque como dijo el filósofo griego Antístenes, nuestros enemigos son los primeros que descubren nuestros defectos.
Tal vez lo más importante, lejos de amigos, enemigos o familiares, sea el papel que decidamos tomar nosotros mismos en nuestra vida. El maestro Bob Marley pensaba que nosotros podíamos ser nuestro peor enemigo, y nuestro peor enemigo podía ser nuestro mejor amigo.
Tenemos dentro un potencial increíble para hacer el bien y para hacer el mal, y es dificilísimo tener siempre la lucidez necesaria para actuar de manera correcta.
Yo, por si acaso, esperaré a mi querido enemigo con los brazos abiertos.