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La historia de Scatman John, un hombre bueno que tenía defectos

Los defectos son algo inseparable del ser humano. Es un tópico pero es así. Generalmente, los defectos de una persona varían dependiendo de dónde viva y cómo se haya criado, pero haber defectos, los hay. Todos tenemos virtudes y defectos de todo tipo, el mundo está plagado de ellos. Eso es lo que lo hace tan maravilloso a los ojos del ser humano.

Además, el «defecto» puede ser en ocasiones algo relativo, pues puede perfectamente acabar  formando parte de una virtud, como en el caso de John Paul Larkin.

Puede que no te suene de nada ese nombre. Si te digo que su nombre artístico fue Scatman John tal vez te parezca haberlo oído alguna vez. Llegó a ser realmente popular cantando aquel popular «Piii, pa pa pára po… pa pa pára po». Como tararear cancioncitas no es lo mío, te pongo su tema estrella.

El hombre conocido como Scatman John saltó a la fama en el año 1995. Esa canción sonó todo el verano y ha sido tarareada durante muchos años más.

Scatman John y su música tenían defectos. A muchas personas les sonó tantas veces su canción que se hartaron de él. A otros simplemente no les gustó nunca. Pero pocos se han parado a leer algunas de sus letras o captar algo de su filosofía de vida. Scatman John fue un hombre bastante más interesante de lo que parece. Fue un hombre que le plantó cara a sus defectos y aunque hablaba con dificultad, pudo transmitirnos muchos mensajes.

Empecemos desde el principio. John Paul Larkin (nacido en 1942) tuvo durante toda su infancia un grave defecto en el habla. No podía comunicarse con facilidad, pues a causa de su severa tartamudez le era muy difícil terminar las frases. Por ello se refugió en la música, y usó el piano para poder hablarle al mundo. Empezó a vencer sus temores y sus defectos.

En los años setenta se hizo músico de jazz y tocaba en pequeños bares de Los Ángeles. Le fue bastante bien, pero John todavía tenía varios defectos que vencer y muchas cosas que decirle al mundo. Era adicto a las drogas y al alcohol, y eso estaba acabando con su vida y con su carrera musical. El gran apoyo de su mujer y la muerte en 1987  de su gran amigo, el también músico de jazz Joe Farrell, le hicieron renacer de sus cenizas y darle otra oportunidad a su música y a su vida.

A partir de la muerte de su amigo todo cambió, ya que en 1990 decidió partir a la renovada Berlín para continuar con su carrera. Allí comenzó el fenómeno Scatman John. Quiso hacer algo innovador, quiso darle un nuevo sentido a su música y Berlín, respirando cultura tras la caída del muro,  se convirtió en el lugar ideal para darle un empuje juvenil y comercial a sus canciones.  Aunque seguía haciendo jazz, decidió empezar de nuevo con una música más juvenil, siendo además animado por su mujer a hacer algo inédito y tremendamente valiente dada su tartamudez, ponerle letra a sus canciones. Ésto le obligó a ponerse a prueba y vencer definitivamente todos los obstáculos que había tenido en su carrera.

Aún con todo el cambio sufrido en su música, muchos de sus temas dance comerciales estaban salpicados de referencias a sus años de pianista. Éstos son dos particulares y fresquísimos homenajes que Scatman John le hizo a esos tiempos dentro del mundo del jazz:

Gracias a ese cambio radical que Scatman John le dio a su música y a su vida, empezó a componer temas musicales en los que cantaba tartamudeando, aunque ese toque de humor no le restaba mensaje a sus canciones. En muchos de sus temas animaba a los chicos jóvenes a vencer sus temores por problemas como la tartamudez y abrirse al mundo. Con ese gesto, Scatman John había convertido un problema en una cualidad.

Vencidos los problemas con las drogas y el habla, y con su música sonando en todas las discotecas, Scatman John llegó a las primeras listas de casi todo el mundo. Sus canciones de dance comercial, su estética, su tartamudez (ya bastante pulida) y su buen humor le convirtieron en una estrella durante varios años. Scatman John, un hombre con defectos, los vencía y alcanzaba la fama a los 52 años de edad.

Se convirtió en un ídolo entre los jóvenes por el mensaje optimista de sus temas y su buen humor tanto en el escenario como en persona. A su ritmo comercial y pegadizo se unieron unas letras tartamudas y sin complejos que le hicieron un icono para varios colectivos de discapacitados. En los países de habla no inglesa esto no ha trascendido, pero Scatman fue un fenómeno musical que en Inglaterra y USA todavía se recuerda.

En 1999, después de cuatro años de estrellato y posterior olvido mediático, y tras luchar contra un cáncer de pulmón que llevaba un año padeciendo, Scatman John fallecía a los 57 años de edad.

A mí siempre me gustó Scatman John. Su éxito me cogió con apenas doce años y me evoca tremendos recuerdos de locura adolescente, pero lo que más me gustó de este hombre fue descubrir su historia. Si no hubiera conocido su lucha y el mensaje que quiso transmitir con su música, nunca habría valorado lo que hacía, y su recuerdo habría muerto en mí como murió en la mayoría de la gente. Por suerte, busqué información sobre él y descubrí la historia de un gran hombre que luchó contra sus defectos. En sus canciones hablaba de humor, de paz, de amor y de perderle el miedo a vivir.

Conocer lo que Scatman decía en esas letras hizo que me siguiera gustando con el paso de los años y  que aún hoy en día suene alguna de sus vitalistas canciones en la radio de mi coche. Al escucharlas, a veces la gente se ríe y me mira raro o me dice que estoy pasado de moda. Cuando eso pasa, a mí me gusta decirles que los grandes mensajes no pasan de moda. Acto seguido me miran como si estuviera loco, yo me hago el loco y la vida continúa. Resulta gracioso.

Tal vez no te guste ese dance comercial que hacía, porque era música sin «relevancia» y carente de «calidad», pero sí que te puede llamar la atención lo que dice en sus canciones. Scatman John fue un hombre bueno con defectos, que luchó para gritarle al mundo que era tartamudo, y que no tenía nada de malo. En una entrevista durante sus últimos años de vida dijo

Espero que los niños, mientras cantan o bailan mis canciones, sientan que la vida no es tan mala como parece. Que lo sientan al menos por un minuto.

La última vez que Scatman sintió vergüenza por su forma de hablar, fue por lo bien que lo hacía. Respondió tan fluidamente en una entrevista que el periodista le insinuó si realmente era tartamudo y no se trataba todo de  un engaño para darse publicidad. Curiosas las vueltas que da la vida… y es que Scatman John sabía que en la vida todo puede cambiar, y de hecho está cambiando continuamente.

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El último moonwalk

Aún no me había dado tiempo a escribir sobre él. Supongo que esperaba el momento adecuado, cuando la inspiración me llegara y pudiera desatar mi imaginación para intentar describirle como artista. Tarea, por cierto, extraordinariamente difícil.

Y, de repente, ese pequeño homenaje de andar por casa ya no puede ser en vida. No voy a hablar de la persona de Michael Jackson porque no lo conocí personalmente, pero sí lo conocí como artista, como el mejor artista de la música que jamás he visto. Su corazón no aguantó ni un moonwalk más.

Hasta hace unos años, yo conocía a Michael Jackson de lo típico que lo conoce todo el mundo, los clichés típicos: el tío que era negro y se volvió blanco, el bailecito, su historia con los niños y, por supuesto, sus megatemazos como Billie Jean o Thriller. Pero yo no había visto la esencia de Michael Jackson, no había visto ninguno de sus conciertos.

La primera vez que tuve la ocasión de ver un concierto suyo fue sin quererlo, pues andaba yo trasnochando en una de esas madrugadas tan deliciosas en las que todo está en silencio y los locos damos libertad al ratón del ordenador y al mando de la tele para ver en qué podemos invertir esas horas,  ya que dormir no nos sale de los cojones.

Eran las dos y pico de la mañana , de repente me da por poner La 2 y me lo veo allí, sin una ventanita que me advierta de que el contenido que estoy a punto de ver se va a instalar en mi memoria para siempre. Sin ningún tipo de preparación psíquica me dispongo a ver unas performances realmente impresionantes, unas coreografías milimetradas y, sobre todo, los mejores y más plásticos movimientos que yo le haya visto nunca a un ser humano. Todo mezclado con una gran voz y con el amor incondicional de la cámara. Una de las mejores experiencias de mi vida.

Aquella noche me sentí realmente feliz de ver lo que había visto, además con esa sensación de agrado extra que te da el hecho de que lo hayas empezado a disfrutar cuando él aún está vivo.

Ya no habrá posibilidad de ver un último moonwalk de Michael Jackson, ha escrito la última página del best-seller en el que se acabó convirtiendo su vida.

Me niego a que sea un día triste, voy a volver a ver sus vídeos y a maravillarme de nuevo, aunque ahora con la caja de kleenex al lado, por si acaso.

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Sobre Rap y Hip-Hop. Sevilla City.

Quienes me conocen saben que igual me escucho una canción de Reagge que una Pop, que una Rock o que una de Pachanga. Pero hay un género en especial en el que se dice tanto que a lo mejor su música es tan simple en señal de clemencia para el ser humano. «Ya que sois tan simples, nos curraremos la letra y la música y la dejaremos en una base». Eso debió de pensar el genio que avanzó en la música hasta llegar a una mezcla de distintos estilos, a la que con el tiempo se le denominó Rap. Adoro esta música, es más, me fascina el universo y la cultura del Hip-Hop, donde el Rap figura como el mayor estandarte de la misma.

Pero hasta llegar a comprender, a querer y a aceptar el mundo del Hip-Hop tuve que recorrer un camino. Un camino de ignorancia y de prejuicios, dos de los grandes males de esta sociedad. ¡Cuántas veces me han mirado o hablado mal por admitir que me gusta el Rap! Claro, soy educado con la gente y no llevo malas pintas… parezco tan «normal»…

En general se piensa que el Hip-Hop es violencia, meterse con el Gobierno sin pensar, vulgaridad, delincuencia, vacile, cordones de oro y gorras, todo dentro de unos pantalones bien anchos para que quepa todo. La culpa de todo esto la tiene gente que utiliza este movimiento como medio para enriquecerse (monetaria o egocéntricamente) o como plataforma donde dejar patente la putrefacción de sus sentimientos.

Empresarios, artistas y «tirados» mil (sin olvidar a los medios de comunicación) que han embrutecido tanto el mundo del Hip-Hop que cuando una persona «normal» intenta mirarse en ese espejo, sólo ve mierda.

Pero el mundo del Hip-Hop no es eso. Eso es lo que te han querido hacer ver. En el Hip-Hop hay respeto, tolerancia, inteligencia, bondad, paz y mucha, mucha cultura. Pero claro, depende de con quien topes… esto es como todo.

Lo que sí puedo decirte a ciencia cierta sobre la música Rap, ésta música estandarte de la cultura Hip-Hop, es que puedes encontrar auténticas poesías, verdaderas letras obras maestras que pueden hacerte pensar y pensar…, recapacitar y llegar a conclusiones nuevas y renovadas acerca de tu vida. Vamos, que si te liberas de prejuicios y abres bien tus orejas, alguna que otra canción de Rap puede hacerte a ti abrir los ojos.

Yo hoy te invito a ti a que pruebes un bocado de Hip-Hop, de filosofía de algunos de los mejores artistas de Rap que se cultivan por España. Sin colorantes ni conservantes. Recién recolectado y sin ningún aditivo. Para que lo disfrutes.

Sólo te pido una cosa: cuando quieras, donde quieras y como quieras, pero haz un hueco y libera tu mente para ver este documental con atención. Valdrá la pena.

El documental se llama Sevilla City. Os dejo aquí la primera parte: